Y creo que tengo que empezar desde el principio. Lo primero ha sido: volver a Manderley.
Lo segundo será escribir. Mejor a ordenador, mi mano artrósica apenas funciona ya. Esta historia de última hora se pone en cabeza del interminable pelotón porque en realidad lo precede todo, o, al menos, nos precede a nosotros: el protagonista coupé en deux de la tetralogía que nació un año antes pero cuyo pilar se iría desarrollando gracias al reflejo velado (a veces puro, otras oscuro) que ambos nos íbamos a ir devolviendo durante meses a través de una cortina translúcida (un diccionario de francés en una biblioteca semivacía, una taquilla con llave compartida, un pupitre lleno de basura).
Porque sólo ahora dudo si Lolita no nació con Annabel y sí de mi costilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario